Una agenda para lo que no se ve
En Argentina el mayor desarrollo económico y social no impulsó políticas de cuidado, ni un debate social profundo sobre crianza y trabajo. Temas centrales como las licencias extendidas para más mujeres y varones, el escaso número de jardines maternales o redes públicas de cuidado se caen de las agen...
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Formato: | contribución a revista |
Lenguaje: | Spanish / Castilian |
Publicado: |
Página 12
2020
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Materias: | |
Acceso en línea: | https://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/las12/13-8981-2014-07-11.html https://repositorio.iis.ucr.ac.cr/handle/123456789/688 |
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Sumario: | En Argentina el mayor desarrollo económico y social no impulsó políticas de cuidado, ni un debate social profundo sobre crianza y trabajo. Temas centrales como las licencias extendidas para más mujeres y varones, el escaso número de jardines maternales o redes públicas de cuidado se caen de las agendas tanto del oficialismo como de la oposición, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región como Uruguay, Chile y Costa Rica, que avanzan con reformas. La investigadora Juliana Martínez Franzoni indaga por qué no se profundiza con esta deuda que pesa en la espalda de las mujeres.
La noche se enciende. La niña tiene fiebre. Y la oscuridad se prende en vela. No hay tregua al día cuando la fatiga no se deja rendir. La madre lleva a la niña hasta el vapor para exorcizar el cansancio con la respiración tibia. Esa noche encima, esa noche, le tocaba a ella. Porque no sólo los días están repartidos para trabajar, cocinar, buscar en el jardín y esa lista interminable de deberes. Las noches también. Las del sueño y las que la maternidad conjura mientras el mundo no escucha. “En esta casa somos dos cuidadores”, anuncia Juliana Martínez Franzoni, doctora en Sociología e integrante del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica. Ella lleva a su propia práctica amorosa la teoría de una democracia hogareña con su hija Maite, de cinco años. Y, cuando trabaja, intenta contestar cómo hacer para colectivizar los efectos colaterales de la crianza.
Franzoni realiza una profunda investigación sobre políticas de conciliación entre vida familiar y laboral en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Costa Rica en colaboración con Merike Blofield, de la Universidad de Miami. Su mirada cruza fronteras como ella hizo a lo largo de sus 47 años. Nació en Uruguay. Creció en Neuquén. Fue a estudiar a Montevideo. Voló por una especialización a la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos. Hasta que, en 1999, decidió vivir en Costa Rica cuando una conspiración ficticia de la FARC y el Banco Mundial cambió el destino de una conferencia que tenía sede en Colombia y se mudó –por seguridad– a Centroamérica. A su llegada, Mauricio Castro, el hermano de su mejor amiga, la fue a buscar al aeropuerto y no se despegaron más. Ahora la espera siempre que ella se va de viaje, un destino que la cruza de la puerta de su casa por lo menos dos meses –repartidos– por año. En el 2014, por un tiempo, vive en Argentina, sin dejar en la valija la palabra “apapache” –una forma de conjugar mimos– como parte de su estrategia para sanar a su hija cuando se enferma.
Y, desde acá, indaga sobre por qué a pesar del crecimiento económico y social desde el 2003 no se mejoraron las políticas de cuidados y las posibles estrategias –como jardines, mayores licencias paternales o maternales, redes públicas de cuidado, etc.– y no es un tema prioritario ni en el oficialismo ni en la oposición, el sindicalismo y la sociedad civil. Incluso, sin conformar un ranking de países, a diferencia de otras naciones latinoamericanas que sí instalaron el debate en sus campañas electorales y diseños de políticas públicas con mayores licencias maternales y parentales. |
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