La Feminidad, la subjetividad y el poder en América Latina /

Hablar de las relaciones de poder entre feminidad y masculinidad en América Latina no puede ser a expensas de los propios rasgos o particularidades y experiencias como colectividad humana humillada, explotada y oprimida históricamente, en un mundo marcado por las diferencias abismales. Sin embargo,...

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Autor principal: Hidalgo Xirinachs, Roxana
Formato: Texto
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Sumario:Hablar de las relaciones de poder entre feminidad y masculinidad en América Latina no puede ser a expensas de los propios rasgos o particularidades y experiencias como colectividad humana humillada, explotada y oprimida históricamente, en un mundo marcado por las diferencias abismales. Sin embargo, las relaciones de dependencia se han instalado en el Tercer Mundo de forma desigual. Las relaciones de clase han marcado diferencias profundas entre los sectores dominantes y sus privilegios ilimitados, por un lado, y los sectores populares o las clases medias con niveles diversos de carencias y frustraciones que le cortan de forma sistemática la libertad. Las mujeres que pertenecen a estos estratos sociales, también deben soportar la presión por pertenecer a un género que históricamente no ha tenido acceso a sus derechos humanos. Luego se enfatiza en el concepto de marginalidad se indica que el término no se reduce a la explotación económica, pues abarca la cuestión cultural, social y étnica, así como los niveles profundos de la subjetividad. Pero el nivel de marginalidad varía entre los hombres y las mujeres de los sectores populares. La realidad de la femineidad, la pobreza y el fenómeno de la dependencia, son condiciones marginales, pero a su vez son ejes fundamentales sobre los que se organizan las relaciones de dominación necesarias, para mantener la división internacional del trabajo. Se agrega que la femineidad ha sido históricamente asociada con la sexualidad y como tal con lo perverso y lo demoníaco, por ello no es casual que actualmente su realidad se encuentre entretejida con la realidad de la pobreza y el mestizaje, rasgos que han permitido legitimar la violencia sobre estos sectores sociales, incluso con la complicidad de las mismas mujeres y los sectores populares. OB/LOB