Parlamento, prensa y opinión pública /

En el artículo la autora plantea la labor de la cobertura parlamentaria como una de las más difíciles, pues sucede en una institución que es el centro del acontecer político del país. El periodista y el diputado deben tener claro que la misión informativa no es destacar la imagen legislativa, sino i...

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Autor principal: Vargas Hernández, Carmen
Formato: Texto
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Sumario:En el artículo la autora plantea la labor de la cobertura parlamentaria como una de las más difíciles, pues sucede en una institución que es el centro del acontecer político del país. El periodista y el diputado deben tener claro que la misión informativa no es destacar la imagen legislativa, sino informar a los ciudadanos con responsabilidad, con valentía, con objetividad y sin apasionamientos. Cuando informa, la prensa parlamentaria cumple con su primera misión cuando explica los mecanismos que permitieron llegar a determinado resultado legislativo, cumple con su deber de formar la opinión pública y, gracias a ello, fomentará en los ciudadanos una mayor criticidad sobre los hechos que afectan la vida política del país. Esta criticidad se ve fortalecida constantemente por el espíritu fiscalizador de la prensa destacada en la Asamblea Legislativa, quien tiene el ineludible deber de velar por la transparencia de las actuaciones de los diputados. Los diputados recienten mucho de la opinión pública y de la prensa, pues los juzgan por cosas que ya pasaron pero que perdura en su imagen, como es el caso de los salarios o privilegios. Resulta sensato señalar que para abonar protagonismos, los diputados deben comprender la función fiscalizadora que realizan los periodistas, día con día. Deden tratar de entender que la apertura con que cuentan es la fe que mantiene a los costarricenses en su sistema. La deslegitimación está dirigida a los diputados que vendieron a sus partidarios una falsa imagen y que son llamados a cuentas por la opinión pública, que no teniendo otro recurso que cobrarle sus desaciertos, recurren a su único mecanismo: la condena. HB/HMBQ