El Espíritu de la reforma electoral /

Cuando se habla de reforma electoral costarricense se debe hablar del actual sistema de partidos políticos, lo que a su vez significa plantear propuestas claras, firmes y dirigidas a mejorarlo. Al hacerlo es imposible pasar por alto la crisis por la cual está atravezando el sistema político, la cual...

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Autor principal: Urcuyo Fournier, Constantino
Formato: Texto
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Sumario:Cuando se habla de reforma electoral costarricense se debe hablar del actual sistema de partidos políticos, lo que a su vez significa plantear propuestas claras, firmes y dirigidas a mejorarlo. Al hacerlo es imposible pasar por alto la crisis por la cual está atravezando el sistema político, la cual tiene como uno de los principales fundamentos el descontento a nivel nacional en relación con el sistema electoral vigente y más específicamente con el actual sistema de selección y elección de diputados. Por ello se hace una pregunta clave ¿cómo responder a ese descontento y cumplir con las demandas de los ciudadanos? Por ello se indica que la reforma electoral debe realizarse salvaguardando el principio de la proporcionalidad en la representación, para así resguardar la legitimidad del sistema se agrega que debe a su vez partir de la apertura de los mecanismos de control político más fuertes. Por ello se subraya la importancia de que la reforma debe realizarse en el marco de la negociación, el debate de ideas y consenso. Por ello el cambio debe ser gradual, pero éste debe de hacerse pronto se ve en la reforma el único camino para enfrentar el malestar y el descontento general del electorado. Se agrega que el cambio es imperativo, ya que ningún sistema electoral puede funcionar sin legitimidad y ésta no puede existir mientras no sea una realidad tanto dentro como fuera de los partidos políticos especial referencia se hace el sistema de selección de los diputados el cual no facilita la adecuada representación política. Además, sin el sentido de la participación y del pleno ejercicio de los derechos políticos, la democracia corre el riesgo de desmoronarse. Un nuevo sistema electoral debe facilitar el rendimiento de cuentas así como la adecuada representación geográfica y funcional, aspiración general que no debe postergarse. OB/ALJ